En el silencio me extravío. Esta oscuridad pesa como la brea que piso. De adentro hacia fuera me restriego con la brea, es tan fuerte su olor bruno que estornudo un vendaval de cuervos. Estos pájaros de mal agüero crían pequeños cuervecitos que se pierden en la penumbra de la idea. Todo es negro. La mirada de aquel chico también lo es, y me confunde con el vacío de la intemperie. Ambos, flotamos junto a los pájaros azabaches en un paraíso tormentoso y oscuro, parco y callado, obsceno y desnutrido, roto y clavado. En un paraíso del que nadie está a salvo.

Wiliam Turner, Atila supera los Alpes
Atila en los Alpes, William Turner

2 comentarios en “

  1. Desde la ensoñación noctámbula hasta el paraíso de la perdición… asistimos a un piema de venas muy claras…a un buen poema. La imagen avícola lo atraviesa del primero al último verso. Es un poema del caos, del misterio…germen de otros textos de igual o mayor revelación. Posiblemente en estos futuros versos el delirio aletee de oquedad en oquedad. Salud y buena vida para esta novedad poética. Es buena.

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    1. Muchas gracias, querido Pablo. Espero que en futuras escrituras pueda seguir desparramando ese caos. Tus palabras las tomo muy en cuenta, a veces es justo y necesario que un poeta como tú pueda leerme y criticarme, podrían ser mis pequeñas píldoras de alivio ante lo expuesto. Abrazos.

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